miércoles, 31 de julio de 2013

Hjalmar Söderberg: El juego serio

Idioma original: sueco
Título original: Den allvarsamma leken
Año de publicación: 1912
Valoración: muy recomendable
Traducción: María Dolores Ábalos Vázquez


Hjalmar Söderberg (1869-1941) está considerado uno de los grandes escritores suecos, a pesar de que tan sólo escribió cuatro novelas. Quizá por eso no sea muy conocido fuera del país escandinavo, en los últimos tiempos referente número uno de la novela negra. El juego serio fue la cuarta y última novela de Söderberg y, como se afirma en el prólogo, plasmó en ella una parte muy importante de su biografía.

El protagonista de esta historia es Arvid, un joven de provincias que, a pesar de estar enamorado de Lydia, decide no pedirle que se case con él porque no quiere perder su estilo de vida de soltero. Así, ella terminará casándose con un hombre mayor que puede mantenerla económicamente, mientras que él entablará una relación con una joven que, mediante engaños, conseguirá llevarlo al altar y hacer que lleve la vida burguesa y aburrida que se había prometido no vivir nunca. Sin embargo, al cabo de unos años y a pesar de sus respectivas parejas, Lydia y Arvid vuelven a encontrarse y retoman su relación, algo que no les aportará la felicidad que creen que merecen.

Söderberg nos ofrece así, haciendo uso de la excelente prosa que ya mostraba en Doctor Glas, una historia de amor triste y pesimista, cargada de traiciones y mentiras, y protagonizada por dos personas inmaduras, inestables emocionalmente y profundamente egoístas que son incapaces de tomar las riendas de su vida por miedo a perder las comodidades a las que están acostumbrados. Así mismo, ofrece al lector un hermoso retrato de la ciudad de Estocolmo de hace un siglo y refleja las costumbres sociales y los conflictos morales y religiosos de entonces, con lo que consigue elaborar una obra de gran calidad que ha aprobado con sobresaliente el paso del tiempo.


También de Hjalmar Söderberg en ULAD: Doctor GlasLa juventud de Martin Birck

martes, 30 de julio de 2013

Roberto Bolaño: El gaucho insufrible

Idioma original: español
Año de publicación: 2003
Valoración: muy recomendable

Bolaño entregó a Anagrama los escritos de El gaucho insufrible solo unos días antes de morir. Era su tercera colección de cuentos tras Llamadas telefónicas y Putas asesinas. 

Jim, el primer cuento, breve, y prácticamente basado en una instantánea, ya muestra chispazos contundentes del mejor estilo de Bolaño. Un estilo tan desbordante e imaginativo que lindaba con una cierta chulería. De lo que era capaz el chileno en unas pocas líneas.

Su mujer era una poeta chicana que amenazaba, cada cierto tiempo, con abandonarlo. Me mostró una foto de ella. No era particularmente bonita. Su rostro expresaba sufrimiento y debajo del sufrimiento asomaba la rabia. La imaginé en un apartamento de San Francisco o en una casa de Los Ángeles, con las ventanas cerradas y las cortinas abiertas, sentada a la mesa, comiendo trocitos de pan de molde y un plato de sopa verde.

Ahí está, entonces, el Bolaño extremo. Seguramente, en función de la fecha de entrega del libro, el Bolaño consciente del agotamiento de su tiempo.
Son escritos con referencias a Kafka y a Borges, incluso sumamente explícitas.
El que da nombre al libro es posiblemente el más concreto y realista: surge del Buenos Aires del corralito y se transforma en una especie de relato de huida pausada y agotada. Kafka irrumpe a degüello en El policía de las ratas, extraño, enfermo pero, a pesar de todo, ingenuo, casi ciencia ficción o casi dibujos animados, según el lector quiera considerar. El viaje de Álvaro Rousselot parece precipitarse hacia un final a lo Auster y Dos cuentos católicos es un ejercicio algo defragmentado de estilo.
En cuanto a las conferencias, resulta notable como banaliza su suerte en Literatura + enfermedad = enfermedad, dedicada al médico que le trataba de la enfermedad hepática que acabó con su vida.
Dado que 2666 ya fue publicado de forma póstuma, me pregunto si Bolaño no era ya consciente de los cuentos que entregaba, si éstos no habían quedado desplazados de posibles encajes dentro de obras de mayor magnitud y por eso los publicaba de esta manera. En cualquier caso, el nivel es excelente, con toda clase de jugueteos y una desbordante variedad de escenarios. Y excelente igualmente en su conferencia final, Los mitos de Cthulhu (donde el homenaje a Lovecraft queda limitado al título), en la cual demuestra una vez más sus escasas dotes diplomáticas. En nombre de la literatura, le zurra a todo quisqui. Con guante de seda, con comprensión del funcionamiento del éxito literario, pero, en una pose de rigor y coherencia, dispuesto a morir matando.

De Roberto Bolaño en Unlibroaldía: AmuletoEstrella distanteLos detectives salvajesLa literatura nazi en AméricaUna novelita lumpenMonsieur PainLlamadas telefónicas, 2666

lunes, 29 de julio de 2013

Iban Zaldua: La isla de los antropólogos y otros relatos

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2002
Valoración: recomendable

La primera vez que oí hablar de Iban Zaldua fue, de hecho, a causa de este libro de relatos: alguien, no recuerdo exactamente quién, mencionó su nombre en un curso de verano y resumió el argumento del cuento "La isla de los antropólogos", en el que los nativos de una isla de la Polinesia adquieren características y configuraciones sociales y antropológicas diferentes para cada nuevo visitante: primero son una sociedad patriarcal y militarista; después un paraíso del matriarcado; para un filólogo vasco, el idioma presenta claras relaciones con el euskera, mientras que otro antropólogo descubre que en realidad no dominan ni los hombres ni las mujeres, sino que es una sociedad fundamentalmente igualitaria...

Este relato es una buena muestra del estilo y las preocupaciones de Iban Zaldua: irónico, más reflexivo que emotivo, con un fondo borgiano en cuanto a los temas pero en absoluto en cuanto al estilo, que es siempre directo, casi conversacional. El volumen de relatos está poblado de archiveros, historiadores, cartógrafos, burócratas... En muchos casos, el argumento del relato consiste en una idea llevada hasta el extremo de forma implacable y obsesiva. Lo fantástico o sobrenatural también asoma en algunos relatos, aunque siempre tratado con la misma ironía que todo lo demás.

Destaquemos otros cuentos además del que da título al volumen: "Yo, ministro de" es una especie de opuesto de Nuestro hombre en La Habana: en este caso, un miembro del Partido (el texto no lo dice, pero se sobreentiende que es el Partido Comunista) se integra como quintacolumnista en el sistema de poder de una dictadura (el texto no lo dice pero se puede suponer que es la franquista); tanto se integra, que llega a ser ministro y a departir con el propio dictador, siempre a espera de una orden del Partido para reventar el sistema desde dentro (una orden, claro, que nunca llega).

Mis favoritos, por gusto personal, son los relatos más breves, de dos o tres páginas. "El examen del señor De Pauli" narra un examen especialmente cruel con los alumnos; "New Manchester" es una sátira del "cuanto peor, mejor" marxista; "Lucius" mezcla espiritismo y turismo de masas"; "Noche de Reyes" tiene algo de la crueldad de Roald Dahl, aunque no toda su capacidad de sorpresa...

En conjunto, La isla de los antropólogos es un volumen coherente (en técnicas y estilo, no tanto en temática) y generoso con el lector: con el mismo material, otros autores habrían publicado dos o tres libros. Si no todos los relatos son igual de ocurrentes, sí predominan los que intrigan, sorprenden y entretienen. En todo caso, personalmente me quedo con Euskaldun guztion aberria o Ese idioma oscuro y poderoso...

Nota: Por si alguien se lo está preguntando, este libro fue escrito originalmente en español; Iban Zaldua ha publicado obras tanto en español como en euskera...

También de Iban Zaldua en ULAD: Ese idioma raro y poderosoBiodiscografíasSi Sabino viviríaLa patria de todos los vascos

domingo, 28 de julio de 2013

Ricardo Piglia: Blanco Nocturno

Idioma original: español

Año de publicación: 2010

Valoración: Muy recomendable

Si a alguno de ustedes le apetece introducirse en los entresijos de una inquietante historia, llena de ramificaciones y detalles inconfesables, si tiene interés en adentrarse en los detalles de un hecho criminal, sus antecedentes y consecuencias, para rellenar esos tiempos muertos y sofocantes que suelen presentarse en los meses veraniegos, les recomiendo Blanco Nocturno, pero solo si son capaces de aislarse y disfrutar de una lectura tranquila. El silencio es fundamental pues, aunque aparentemente fácil de leer por su prosa sencilla y su ubicación en un pequeño pueblo argentino sin grandes complicaciones vitales, se trata de un artefacto complejo por la profundidad de las implicaciones que el autor –para colmo- nos obliga a adivinar. Como ven, todo lo contrario de una historia ligera para asumir el bullicio del verano con la cabeza puesta en otro sitio.

En la tranquila vida del pueblo se produce una muerte tan anunciada como difícil de explicar. Otra paradoja más en una trama repleta ellas. Porque paradójicos son los seres que pueblan estas páginas -no  solo los que se dan a conocer, sino, y sobre todo, el mundillo que bulle detrás, esa gente del pueblo que, probablemente, chismorrea, acelera sucesos, construye opiniones y forma alianzas-, paradójico es el curso de los acontecimientos, las relaciones familiares, el papel que se adjudica en los hechos a cada uno de los actores, el destino final de cada uno de ellos. Incluso el desenlace lo es.

A pesar del argumento, no puede clasificarse dentro del género negro. Sé que esto desanimará a más de uno pero no les quiero engañar. Efectivamente, existe un cadáver (por lo menos), contamos con la presencia de un comisario (o dos) cuya obligación es investigar los hechos, también parece haber móvil (uno o varios), incluso sospechosos (uno, fundamentalmente). Pero Piglia no se ciñe a los esquemas del género: excepto retratar el tejido social que permite ese asesinato, no le interesa lo mismo que a los autores de thrillers-, al contrario, se atiene a sus obsesiones e intereses personales y a sus particulares pautas narrativas sin avenirse a ninguna concesión.

Esta novela posee una rara y difícil virtud: su mayor interés no reside en lo que dice sino en lo que calla, y esto a pesar de la envolvente prosa de Piglia, la esmerada construcción de los personajes o la magnífica recreación ambiental. Para lograr algo así, para que el lector pueda comprender entre líneas, para que las alusiones formen parte de la trama tanto o más que los hechos explícitos, palabras y situaciones han de estar medidas al milímetro, algo que –como digo a veces- no es fácil de encontrar en estos tiempos.


sábado, 27 de julio de 2013

Bret Easton Ellis: Menos que cero

Idioma de publicación: inglés
Título original: Less than zero
Año de publicación: 1985
Traducción: Mariano Antolín Rato
Valoración: seguramente en 1985, "muy recomendable", en 2013, dejémoslo en "está bien"

Lo que tiene lo contemporáneo: ciertos libros envejecen tan rápido como ciertos peinados, ciertos modelos de gafas de sol, ciertas gabardinas con hombreras ilustradas a la Warhol. Y los autores, claro. De la foto de mocoso rebelde y la sucinta biografía (no había más que decir, claro) del autor, seguramente Easton Ellis haya tenido que acabar admitiendo ante el público que seguir el ritmo de vida de sus personajes le hubiera llevado a la tumba. Menos que cero (llamada así por una canción de Elvis Costello, gracias Tuli Márquez por recordármelo inconsciente y casualmente esta mañana)  no ha envejecido bien: de hecho esos tiempos que describe ya no nos resultan ajenos solo por su lejanía temporal, apenas unas décadas, sino por su lejanía social. Es como ver series como Gossip Girl. Nada que ver con lo que nos rodea. Y aunque aún haya fiestas desmadradas y droga y jovenzuelos, todo el conjunto ya no da tanto el pego.
Ocurre que Easton Ellis tuvo la oportunidad de abanderar una generación con libros como este y, sobre todo, con American Psycho, su celebérrima segunda novela. Obras de un componente visual muy marcado, obras de un escritor acunado por la cultura del cine y el video clip, a la vez que declaraciones de principios de un estilo de vida marcado por el éxito desbordante y desmesurado, su correspondiente saturación, y la interpretación de esta saturación. Los Palahniuk, Leavitt, puede que hasta Welsh...
Las primeras páginas me resultan destacadas por dos detalles: una mención incrustada (sin demasiada justificación, supongo que para aportar coartada culta) de Mientras agonizo, obra de referencia de Faulkner, y esa sensación constante de ir y venir deslabazado del protagonista, que me recuerda (salvando muchísimo las distancias, por favor) a una especie de reverso de Holden Caufield, aunque también le reconozco, por ejemplo, en el John Self de Dinero de Martin Amis (libro de la misma época) . El problema es que ese itinerario de excesos nos resulta demasiado familiar y hoy nos cansa a las primeras de cambio. Tanto descontrol, ya se sabe. Se ve llegar el trastazo.
Ah, el argumento. Pues un estudiante de unos veinte años que pasa unos días en casa, gastándose un dineral (de su acaudalada familia) básicamente en cocaína, y viéndose con su círculo de amigos, todos de sus mismas aspiraciones. En medio, oyen música y van a conciertos y a bares y conducen coches carísimos. No es que siempre se enteren de que lo hacen. Parece.
El libro tarda mucho en estructurarse, en generar una escueta trama y, también como Dinero, parece convertir de ese flash continuo de situaciones excesivas (fiestas, droga, despilfarro) su hilo argumental. Lo que ya no alcanzo a comprender es si Easton Ellis usa esa dispersión como recurso narrativo o la cosa simplemente surgió así. El caso es que el desvarío y el exceso se nos antoja hoy bastante ajeno, algo impropio. A saber si esos tiempos y esas costumbres se repetirán, pero no lo parece. La trama solo se define algo hacia el final, un clásico final en espiral donde, de repente, se empotran un par de escenitas de snuff-movie que no alcanzan a aportar cohesión, que no llegan a conformar Menos que cero como esa novela generacional que, parece, en su día alguien se empeñó en reivindicar. De ahi a especular si los encendidos elogios en su momento están justificados o si Easton Ellis es sólo una pieza más en una cadena que ampararía cierto tipo de escritores del desmadre (Bukowsky, Welsh, Thompson, Selby) que se confunden con sus personajes... pues me limitaré a eso, a opinar que el tiempo le ha pasado una elevada factura.

También de Bret Easton Ellis en ULAD:  Suites ImperialesAmerican Psycho


viernes, 26 de julio de 2013

Milorad Pavić: Siete pecados capitales

Idioma original: serbio
Título original: Sedam Smrtnih Grehova
Año de publicación: 2003
Valoración: muy recomendable
Traducción: Dubravka Suznjevic


Roberto Calasso (Florencia, 1941) acuñó hace unos años el concepto de Literatura Absoluta, definiéndola como "una concepción de la obra literaria que no rinde tributo a nadie sino a la forma". Siguiendo esa definición, podemos afirmar que el libro Siete pecados capitales es un ejemplo de esa literatura absoluta de la que habla Calasso.

Pavić nos ofrece en este breve libro siete relatos aparentemente independientes entre sí, pero conectados por la presencia de un espejo que alguien ha pintado y que tiene un pequeño agujero en una esquina, posiblemente el punto en el que se unen dos mundos que, en apariencia, siempre han estado separados.

En estos relatos conoceremos, entre otras cosas, a los personajes de un cuento que invitan a uno de sus lectores a que pase la tarde con ellos, a un hombre atrapado en un reflejo, al propio Milorad Pavić, que resulta ser el protagonista de una de las historias, y un curioso juego que el autor propone a sus lectores y que, afirma, si se realiza como es debido, puede hacer que uno encuentre el amor de su vida.

Escritos haciendo uso de una prosa excelente, los relatos de Siete pecados capitales se caracterizan, sin duda, por tener un sinfín de lecturas y significados. Todo en estas historias es un juego, una espiral de referencias, sueños, luces y sombras en la que todos los personajes y situaciones acaban siendo reflejos de otros personajes y otras situaciones, y en la que incluso el lector termina tan implicado en lo que está leyendo, que acaba siendo un personaje más de esta obra.

También de Milorac Pavić en ULAD: El último amor en Constantinopla

jueves, 25 de julio de 2013

William Gaddis: Gótico carpintero

Idioma original: inglés
Título original: Carpenter’s Gothic
Fecha de publicación: 1985
Valoración: Bufff...

Hacía tiempo que no me sucedía algo así: que un libro de un autor extranjero (estadounidense) y de hace ya algunos años (1985) idolatrado por buena parte de la crítica y un nutrido grupo de lectores (lectores de esos que leen y disfrutan con obras de autores como Camus, Faulkner, Henry Miller, Pynchon, etc, etc…, you know what I mean), no me haya gustado nada. Nada. Es más: que me haya dejado confuso y mareado, y me haya costado acabarlo, a pesar de no llegar a las 300 páginas (y bueno, confesaré que estuve a punto de llevarlo de vuelta a la biblioteca tras leer las 50 primeras).

Como ya sabrán si han leído el título de la reseña de hoy, me refiero a Gótico carpintero, una obra de William Gaddis, del que ya hablamos por estos lares no hace demasiado, cuando reseñé ¡Despidan a esos desgraciados!.

Si no tuvieron ocasión de leer la reseña de este curioso ensayo, diré que su autor, un misterioso hombre llamado Jack Green (en el que muchos vieron a Pynchon o al propio Gaddis camuflados) ponía a bajar de un burro a un buen puñado de críticos literarios que, según él, hicieron muy mal su trabajo con Los reconocimientos, un libro de Gaddis que por lo que dicen por ahí, bebe de las mismas fuentes que el Ulises de Joyce.

Pues bien, si Jack Green siguiera vivo y leyera esta reseña mía, estoy seguro de que me pondría en el mismo saco que a esos desgraciados que debían ser despedidos por no saber apreciar ni criticar buenamente a Gaddis. Pero ya les digo que quizás sea yo, que soy cortito, sobre todo en estos días de verano en Malta, en los que ni las deliciosas aguas de la Blue Lagoon me refrescan las ideas.

¿Y de qué va Gótico carpintero? Pues buena pregunta…

La verdad es que me vino de perlas leer algunas críticas y su contraportada antes de llevármelo a mi casa, porque si no, creo que no me habría enterado apenas de lo que les pasa (y de lo que hablan, porque mira que hablan sin parar…) a unos cuantos personajes que viven o se mueven por una casa de estilo gótico carpintero, un nombre insinuante que no significa nada más que lo que dice: una construcción que aúna toda la ostentosidad y belleza del estilo victoriano, pero en madera (en un momento dado de la trama, explican por qué a los estadounidenses les dio por hacer estas casas así, en madera).

Los enérgicos y airados protagonistas de esta novela parecen enfadados todo el tiempo, y la historia está tejida, como ya he dicho, a base de diálogos y más diálogos, largos, llenos de ideas y datos, recuerdos y acusaciones, muchas acusaciones, desde las primeras páginas.

Están el matrimonio Paul y Liz, los actuales ocupantes de la dichosa casita gótica carpintera, el primero, un cantamañanas con gran verborrea que promociona los productos de un reverendo iluminado llamado Ude (tan iluminado que ahogó a un crío en un bautizo), y la segunda, una belleza pelirroja (Gaddis deja bien claro, en bastantes ocasiones, que es explosiva y pelirroja), que pese a ser pintada como una mujer muy lista, me ha recordado a esas tías de estética Mad men, todo el santo día en su morada de madera discutiendo y llamando por teléfono (los resúmenes del libro dicen que se pasa el día intentando reunir pruebas médicas para defraudar a su aseguradora: eso dicen…).

Y está Edie, una amiga de Liz que nunca aparece y que llegas a odiar de lo (mucho) que hablan de ella. Y también anda por ahí el petardo y jetilla hermano de Liz (otro con un don de palabra brutal), y el dueño de la casa, McCandless, al que la contraportada del libro llama “misterioso”, pero que a mí me parece tan “misterioso” como el resto de los personajes,
porque lo cierto es que no me entero muy bien de quién carajo son y por qué están tan ansiosos y con ganas de enredarse en interminables diálogos que no se me hacen creíbles por su densidad y longitud. Por no hablar de que Gaddis se salta a la torera, cuando se le pone entre ceja y ceja, los signos de puntuación (ah, pero es que a algunos se les perdona justificando que es para dar “agilidad” o “intensidad” o no sé qué gaitas).

No sé, en fin, en resumen: gente muy americana hablando muy enfadada de cifras, negocios fallidos, curas corruptos, y situaciones espinosas en África (¿que por qué África? Bufff, leánlo, es largo de explicar) y, por extensión, en el mundo, y qué sé yo. Un totum revolutum born in the USA de cuya lectura no he disfrutado nada.

Pero eso, lo que suelo decir: que seré yo…

Y que la esforzada traducción corre a cargo de Mariano Peyrou.

También de William Gaddis en ULAD: Ágape se pagaLos reconocimientos

miércoles, 24 de julio de 2013

Erri de Luca: Tú, mío

Idioma original: italiano
Título original: Tu, mio
Año de publicación: 1998
Valoración: recomendable

Después de leer tres libros de Erri de Luca (Montedidio, El crimen del soldado y esta) hay algunas líneas que empiezan a ser evidentes: en primer lugar, su innegociable amor por Nápoles; en segundo lugar, su romanticismo y su lirismo estilístico que a veces -lo siento por sus fans- cae en cierta cursilería; también su gusto por las historias de crecimiento y maduración (Montedidio y Tú, mío comparten en este sentido muchos rasgos); o la importancia en su obra de la rememoración de la Segunda Guerra Mundial, en especial del Holocausto.

Todos estos elementos están presentes en Tú, mío, considerada una de sus mejores novelas. El protagonista es un adolescente (que comparte algunos rasgos biográficos con el autor) que acude a pasar las vacaciones de verano en la isla de Ischia con sus padres; pero menos tumbarse a vaguear en la playa, hace de todo: pesca con su tío y con el silencioso Nicola; hace indagaciones sobre el pasado, en especial sobre la guerra y sus consecuencias, y se enamora perdidamente de Caia, una misteriosa chica algo mayor que él, cuyo pasado descubrirá e intentará reparar simbólicamente.

En comparación con Montedidio, en este caso las tensiones progresivas de la novela están mejor moduladas, y el desenlace resulta narrativamente más satisfactorio (porque responde de una forma más verosímil y más completa a las líneas argumentales anteriores). Vemos al protagonista transformarse en pescador, enamorarse de Caia y conocer casi insospechadamente su secreto, vemos cómo la historia se hace presente a través de las tensiones entre napolitanos y alemanes (clara y convenientemente identificados como nazis, no vaya a ser que se piense que esta es una novela germanófoba), y finalmente cómo el adolescente se enfrenta a sus primeras decisiones adultas, en una conversación final con el padre y el acto final de venganza/reparación/¿justicia?

En Erri de Luca es siempre importante el tema de la responsabilidad, individual y colectiva; casi todos los personajes de Tú, mío (los que son lo suficientemente mayores para ello) son confrontados con su pasado, con lo que hicieron o dejaron de hacer en la Segunda Guerra Mundial: si fueron cómplices o culpables, si se opusieron al terror aunque fuera en la pequeña medida de sus fuerzas. No cabe duda de que, además del pasado familiar, la experiencia de Erri de Luca en la guerra de Yugoslavia debe influir poderosamente en estos posicionamientos. En este sentido, el final me plantea alguna duda: ¿puede un personaje, y más concretamente, un trasunto del autor, arrogarse el derecho a juzgar y castigar? Por mucho que narrativamente el final sea correcto, ¿no es ideológicamente maniqueo?

También de Erri de Luca en ULADMontedidio, El contrario de uno, Adelfa, Arco iris, La natura expuesta, ImposibleNapátrida

martes, 23 de julio de 2013

Franz Kafka: La metamorfosis

Idioma original: alemán
Título original: Die Verwandlung
Año de publicación: 1915
Valoración: muy recomendable

Por las consultas que hago a través de Internet, parece ser que muchos de nuestros lectores habrán accedido a este libro como lectura obligatoria en estudios de secundaria o superiores. Novela emblemática donde las haya, el primer párrafo nos sume, casi de bruces, en una historia turbia, incómoda, llena de segundas lecturas y de planteamientos posibles.
Situados cerca de un siglo tras su publicación, resulta sorprendente, con las adaptaciones adecuadas, comprobar la universalidad y la contemporaneidad del planteamiento. La repulsión, el rechazo hacia la diferencia, la alienación, el desconocimiento que a veces podemos llegar a tener de quienes nos rodean. Sí: La metamorfosis da para eso, para evocar situaciones análogas dentro del ámbito privado o del social. Nada extraño, entonces, que eso y la asequibilidad de su lenguaje y su extensión sean más que tentadores. Sí: La metamorfosis es un perfecto ejemplo de lectura de iniciación. 
Desde el punto de vista literario, crear a Gregor Samsa, a su hermana Grete y al resto de la familia, convertirlos en personajes paradigmáticos, conseguir que el mero apellido del autor acuñe un adjetivo... Kafka tiene el indudable mérito de generar ese mundo desde su obra. Un mundo injusto, cruel y opresivo, un mundo en el que esa súbita transformación física (llena de enigmas y de simbolismo: un insecto suele ser a la vez un ser repugnante y fascinante) aboca al protagonista a una progresiva exclusión, a una especie de vaciado de su condición de miembro de la sociedad, transforma los sentimientos de quienes le rodean (mejor dicho: los neutraliza) y a la postre le convierte en un estorbo, en una compañía no deseada, en un lastre.
Hablamos de seres enfermos, de razas, de ancianos, de marginados. Planteemos el tema desde distintos prismas y siempre podemos poner el ejemplo de Gregor Samsa y su desgraciada experiencia. Emulemos al principal, al encargado del trabajo que se presenta en casa con el solo interés de saber si podrá contar con su recurso humano. Novela, pero a la vez especie de fábula de corte fantástico, trágico, simbólico, su trama arrincona juicios que podamos emitir sobre valor literario, estructura, desenlace. Lectura obligatoria para cualquiera interesado en la capacidad evocadora de la literatura, en su condición como reflejo de la imaginación del individuo.
Solo mencionar que la edición que he leído, colección de bolsillo de Alianza Editorial, cuenta con una traducción (no se menciona a su autor) deficiente, con una fuerte tendencia al empleo de figuras verbales forzadas (encontróse, hallábase) que nada ayudan al libro, que le aportan un anacronismo impropio, y que estoy seguro de que muchas otras traducciones serán más fieles a su carácter intemporal.

Todas las reseñas sobre Franz Kafka en ULAD: Aquí

lunes, 22 de julio de 2013

Rudolfo Anaya: Bendíceme, Última

Idioma original: inglés
Título original: Bless Me, Ultima
Año de publicación: 1972
Valoración: recomendable


Antonio Márez tiene seis años cuando la anciana Última se muda al llano a vivir con su familia. Ella es una curandera tan respetada como temida por la gente de la zona y desde que llega a la casa entabla con el pequeño una relación muy especial. Él se convertirá en su ayudante y aprendiz, al tiempo que ella será su maestra, mentora y confidente, y en ciertos momentos jugará en su vida un papel más importante que su propia madre. A través de esta relación y de los acontecimientos que suceden en el llano y que implican a los hermanos y padres de Antonio y, por supuesto, a la propia Última, Antonio se verá obligado a crecer a marchas forzadas, aprendiendo lecciones que no todos son capaces de comprender y desarrollándose en un mundo que no siempre está limitado a la vida terrenal y en el que la magia cobra gran importancia.

En esta novela de formación, Rudolfo Anaya muestra la cultura chicana de la década de 1940 en Nuevo México, en la que conviven el español y el inglés (y éste último gana terreno a gran velocidad) y la influencia estadounidense empieza a hacerse notar en la cultura y el modo de vida mexicanos. Si bien los padres de Antonio pertenecen a una generación que ha abrazado con fervor el catolicismo y ha dejado de lado las costumbres y la sabiduría paganas de sus antepasados (aunque no por ello dejan de acudir a las curanderas cuando tienen un problema), sus hijos tampoco aceptan el sentimiento religioso y la lealtad a la familia (que raya peligrosamente la dependencia) de la que éstos hacen gala y prefieren adoptar el modo de vida y el idioma de Estados Unidos, lo cual agranda aún más el abismo existente entre generaciones y los miembros de la familia Márez.

La anciana curandera (quien, como su propio nombre índica, es la última de su clase) aparece así encarnando un mundo, una sabiduría y unas costumbres que en pocos años habrían desaparecido para siempre de la cultura chicana, algo que ella acepta con la misma paz con la que asume los nacimientos o las muertes que en innumerables ocasiones ha tenido que presenciar.

Anaya nos ofrece, a través de Última y Antonio, una obra interesante y conmovedora, gracias a la cual podemos conocer un poco una cultura que generalmente nos resulta completamente desconocida (al menos, para mí lo es), al mismo tiempo que nos hace disfrutar de buena literatura.


domingo, 21 de julio de 2013

Robert Heinlein: Rebelión en el espacio

Idioma original: inglés
Título original: Red Planet
Año de publicación: 1949
Valoración: está bien

Rebelión en el espacio (en el original, Red Planet) es una novela de uno de los grandes autores de la "Edad de Oro" de la ciencia ficción, Robert A. Heinlein (de él hemos reseñado ya otras dos novelas, Amos de títeres y Estrella doble, y todavía podríamos reseñar otras consideradas como sus obras maestras, tales como Forastero en tierra extraña o La luna es una cruel amante). En este caso, se trata de una novela dirigida a un público juvenil: de hecho, los editores obligaron a Heinlein a modificar el texto para eliminar algunos elementos -relacionados con el uso de armas por parte de menores, por ejemplo- que consideraron inadecuados.

Rebelión en el espacio no es, a pesar de este destinatario juvenil, una novela menos política que otras del mismo autor (ya hablamos en su momento de Amos de títeres como alegoría del avance del comunismo): en este caso, la trama gira en torno al progresivo autoritarismo que se instala en una academia para jóvenes colonos terrícolas instalados en Marte, y la respuesta rebelde de estos (o al menos, de algunos de estos). Jim Marlowe y Frank Sutton descubren  que no está en peligro únicamente su cómoda vida en la academia, sino la de todos los colonos del planeta rojo.

Esta novela, una obra menor en el conjunto de la producción de Heinlein, contiene algunos elementos que reaparecerán más tarde en sus obras mayores, en especial la raza de sabios marcianos (que recuerdan a los indios americanos por su relación con la tierra) que será central también en Forastero en tierra extraña. Para el lector, probablemente sea más memorable el pequeño Willis, un ser esférico y saltarín capaz de repetir literalmente cualquier voz o sonido, incluso en los momentos más inoportunos.

Rebelión en el espacio resulta quizás demasiado esquemática o maniquea en su desarrollo: se construye como el enfrentamiento entre los buenos frente a los malos hasta la lucha final, en la que vence... bueno, ya leeréis la novela. En cualquier caso, merece destacarse sobre todo por su ambientación marciana, que ahora nos parece algo tópica (sobre todo después de ver Total Recall, la versión de 1990), pero que en aquel momento estaba todavía por establecer como espacio de ficción (esta novela es un año anterior a las Crónicas marcianas de Bradbury, aunque las historias que lo componen venían publicándose desde algunos aos antes).

En definitiva, es una lectura rápida e interesante para un par de tardes, aunque para encontrar mayor profundidad y desarrollo será recomendable acudir a otras obras mayores de Heilein.

También de Robert A. Heinlein: Amos de títeres, Estrella doble. Forastero en tierra extraña

sábado, 20 de julio de 2013

Santiago Lorenzo: Los millones

Idioma original: español
Año de publicación: 2010
Valoración: Muy recomendable

No es que el terrorismo sea para ser tomado a broma. Pero si las bromas van a ser como Los millones tendremos que hacer una excepción. No es que haya grupos terroristas de segunda fila, pero para los de una cierta edad, lo del GRAPO nos sonó como a cachondeo, como a juego de imitación, dicho sea con el mayor respeto a las victimas. La premisa de Santiago Lorenzo en esta novela es algo surrealista. De hecho, si hubiera optado por disfrazar los hechos, por emplear otras siglas, la cosa no resultaría tener algunas de sus dobles lecturas. No es que haya terroristas entrañables, pero igual que hay atracadores torpes o asaltadores de pisos que abandonan su DNI, Francisco, protagonista, resulta ser una especie de anónimo personaje desesperado al que la vida ha dejado muy pocas opciones. A las pocas que ha tenido se ha agarrado, y el golpe de fortuna de que disfruta tiene su sorpresa preparada.
Los millones se inicia como una comedia clandestina de post-guerra alargada, con un aire de años 80 que parece de años 50. Una célula durmiente terrorista que no es más que un desgraciado individuo esperando órdenes. El golpe de fortuna, casual, en forma de premio de lotería que su indocumentacíón le impide cobrar. Las casualidades, que caen de un lado o del otro de la moneda. Francisco atisba que su vida puede cambiar y toma ese camino sin pensarlo dos veces. Como es, casi (o más que) una fábula, hasta el amor se cruzará con él. Como es casi (o más que) una novela costumbrista de suspense, no sabremos si será de verdad.
Superior a la ya notable Los huerfanitos, con la que comparte amor por las calles de Madrid, y cierto aroma algo añejo en el uso del lenguaje (aquí no tan voluntariamente anacrónico, no tan escorado hacia ciertas corrientes literarias), Los millones es, como algunas series de comedia de TV, mucho más que un libro repleto de situaciones cuyo patetismo conduce a la sonrisa. Puestos a buscar analogías Francisco podría ser, hoy en día, un parado de larga duración aferrado a un piso de renta baja y a una exigua nevera repleta de telarañas: o un funcionario con sueldo y pagas cercenados que abraza lo espartano como único kit de supervivencia. O a uno de esos freaks invitados a concursar en programas para que todo el mundo se ría de ellos. Pero Lorenzo ha elegido para su trama esa triste estampa: la de soldado raso en una organización terrorista que muchos ni siquiera llegan a imaginar qué narices reivindicaba. Un ser condenado al anonimato y al ostracismo que un día se da cuenta de que eso es una jugada muy cruel. Alguien que ha llevado una existencia tan mísera que la normalidad le parece el mayor de los lujos. Un ser huyendo de la soledad sin saber que en su huida no puede ir a muchos sitios. Recursos e imaginación, surrealismo castizo y un cierto tono sepia, pero una novela de tomo y lomo, escrita con un estilo excelente, rico, ameno, trabajado: una firme apuesta como libro del verano, aunque no sea el de este año.

También de Santiago Lorenzo en UnLibroAlDíaLos huerfanitosLas ganas

viernes, 19 de julio de 2013

Ignacio Vleming y Oriol Malet: Inspiración instantánea

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: está bien

Tal y como observa San­dra San­tana en el epí­logo de Ins­pi­ra­ción ins­tan­tá­nea (Moder­nito Books, 2013), este pequeño cua­derno de ejer­ci­cios artís­ti­cos para enfren­tarse a la vida moderna  “nos enseña que nues­tro mundo real, el de los madru­go­nes, el de las reunio­nes de tra­bajo, el de la cami­nata monó­tona de vuelta a casa cuando todo parece repe­tirse idén­tico, tiene su doble inma­te­rial impre­de­ci­ble. Por­que el mundo de la ima­gi­na­ción, nos dice Igna­cio Vle­ming, es nues­tro mundo. En él vivi­mos, o en el pode­mos vivir si le pone­mos sufi­ciente entu­siasmo a la vida”. Y es que, a menudo, olvi­da­mos la manera de hacer. Es pre­ci­sa­mente mediante esta pro­puesta como el escritor Ignacio Vle­ming y el ilustrador Oriol Malet ins­tan al lec­tor a crear nue­vos esce­na­rios o revi­ta­li­zar los ya conocidos.

En las últimas páginas de la obra, Vleming sugiere que pongamos a prueba todos los experimentos de este libro y se cuestiona si este libro es en sí mismo una obra de arte.  Yo le diría que sí. Le diría: mira, Ignacio, gracias. Gracias, Oriol. Gracias por compartir todas estas ideas tan descabelladas que me han hecho sonreír. 

Y es que este tándem nos invita a comen­zar el día pin­tando, tra­tando de recor­dar nues­tros sue­ños, nos anima a escri­bir sobre las per­sia­nas el nom­bre de aque­llo que en reali­dad nos gus­ta­ría ver (Ber­lín, Texas, China) o se cues­tiona las posi­bi­li­da­des que encie­rran el pan con tomate, la leche con cerea­les o las galle­tas con cho­co­late a la hora de crear un cua­dro abs­tracto con las man­chas que apa­re­cen en el mantel.

Soni­dos como el de la bati­dora o una lava­dora for­ma­rán parte de una nove­dosa banda sonora domés­tica o las facha­das de los edi­fi­cios se con­ver­ti­rán en mura­les con la ropa ten­dida de cada uno de los veci­nos. Pro­pues­tas simi­la­res se desa­rro­lla­rán en la ofi­cina, la calle o un museo. Todos estos ejer­ci­cios guar­dan en común una misma estruc­tura que com­bina un texto expli­ca­tivo y una ilus­tra­ción, así como una serie de obser­va­cio­nes sobre el nivel de difi­cul­tad y el número de participantes.

La expe­rien­cia esté­tica viene dada ya desde el comienzo del volu­men, debido a la cali­dad de las ilus­tra­cio­nes y la por­tada de este pequeño manual tan difí­cil de cla­si­fi­car: no se trata de un cómic, ni de un ensayo, tam­poco de un texto poé­tico ni narra­tivo. Se trata de algo inquieto, vivo, entre las manos. Una lectura curiosa para pasar el rato.

Más que encontrarse con una obra literaria, el lector hallará en Ins­pi­ra­ción ins­tan­tá­nea al mismo tiempo un tra­tado de arte que se acerca al ámbito del libro objeto y una bate­ría de acti­vi­da­des basa­das en el humor, la burla y la crí­tica a una socie­dad que se ha olvi­dado de sí misma y enferma al no rege­ne­rarse mediante el ejer­ci­cio ima­gi­na­tivo y el des­per­tar de la curiosidad.

jueves, 18 de julio de 2013

Elisabeth Sanxay Holding: Miasma

Idioma original: inglés
Título original: Miasma
Fecha de publicación: 1929
Valoración: Está bien

Miasma es un libro "ideal para el verano" si creemos que esta etiqueta les corresponde a aquellas obras de prosa ágil que no tienen la intención de provocar en el lector reflexiones profundas, cuyos personajes están trazados sin demasiado detalle, y que contienen tramas más o menos divertidas. Literatura de entretenimiento, en fin, y si es posible, en formato poco aparatoso para que quepa bien en la maleta modelo Ryanair.

Su autora es la estadounidense Elisabeth Sanxay Holding, una mujer de buena familia que nació a finales del siglo XIX en Nueva York y que se casó a los veintipocos con un diplomático, lo que le llevó a vivir en exóticos lugares.

Sus primeras novelas las publicó a partir de los años 20, y la temática de estas obras tenían una temática más bien romántica, pero con la famosa Gran Depresion del 29, su editor le aconsejó meterse en el género noir, tan de moda entonces como ahora, y fue con libros sobre crímenes y misterios con los que Sanxay logró cierta fama a la vez que ayudaba a su marido a pagar las facturas.

Miasma es el primer libro que leo de esta mujer casi desconocida para mí (me sonaba vagamente gracias a que una de sus obras, La pared vacía, ha sido dos veces adaptada al cine), y la verdad es que me ha gustado sin llegar a entusiasmarme. Supongo que se trata de una novela negra de manual, aunque con cierto encanto hitchcockiano que las obras de este género actuales han perdido.

La novela narra lo que le sucede a un joven médico, el doctor Dennison, cuando, desesperado por la nefasta situación económica que está viviendo el mundo (la crisis del 29, sí), decide entrar a trabajar en la clínica privada del maduro y elegante doctor Leatherby, una suerte de Christopher Lee con bata blanca (o al menos, así me lo imagino yo). Dennison sólo quiere ahorrar y casarse con su prometida, la voluble Evie, pero sus sueños de ganar dinero con un trabajo predecible y honrado sufrirá un vuelco cuando descubra que su jefe tiene mucho que ocultar. Sólo diré que al poco de entrar a trabajar con Leatherby, uno de los pacientes del veterano médico muere de un infarto, y que Hilda, la bella enfermera, le sugerirá a Dennison que se marche de ahí cuanto antes.

Sugerente, ¿no?

En fin: una lectura amena e interesante para entretenerse y terminar un libro de suspense breve y muy bien escrito sin la sensación de haber perdido el tiempo.

Como curiosidad, decir que Sanxay es considerada una de las maestras de Patricia Highsmith y que Hitchcock la incluyó entre sus escritores de suspense favoritos.

miércoles, 17 de julio de 2013

Gabriel Josipovici: Moo Pak

Idioma original: inglés
Título original: Moo Pak
Año de publicación: 1994
Valoración: interesante / muy recomendable
Traducción: Juan de Sola

Josipovici es un autor de novelas, relatos y críticas literarias bien conocido fuera de nuestras fronteras, pero en nuestro país no había sido publicado hasta que la editorial Cómplices se tomó la molestia con este libro -imposible clasificarlo como novela-. Un tanto para ellos, esta es la verdad.

Resulta difícil elaborar una reseña de esta obra como las que solemos plantear en el blog, pues quizá merecería un análisis más sosegado, por supuesto amplio, sin duda repleto de citas y, con suerte, referencias a muchos otros libros y autores que se mencionan -y no solo eso: se investigan, se piensan, se trascienden- en el texto de Josivopici. Asumido esto, diremos que Moo Pak es la crónica de una serie de paseos por distintos parques londinenses de dos personajes: el veterano escritor Jack Toledano y el más joven Damien Anderson. La excusa primordial de dichos paseos será el testimonio de los avances de Toledano en relación con su último libro, que necesariamente cerrará su trayectoria como autor y al que otorgará la categoría de "su obra maestra".

A partir de aquí, con una prosa extraordinariamente fluida pero árida en ocasiones (debido al uso continuado de una doble primera persona yuxtapuesta y una composición sin puntos y aparte; es decir, un único e interminable párrafo de principio a fin), Josipovici-Toledano diseccionará numerosos temas literarios sin otro orden que el impulso verbal a que le conducen sus paseos, atentos los oídos de Anderson, quien salpicará con opiniones personales algunos puntos pero, sobre todo, ejercerá de mapa en el que situar, primero, su relación con el viejo escritor, y segundo, la relación de éste con el mundo que lo rodea. Será la voz de Toledano, pues, la que dirija con pulso firme al lector a través de las ventanas de la literatura, estableciendo un código que queda claro desde el primer momento: los personajes pasean por parques y calles como quien pasea por ideas, por momentos literarios, por movimientos históricos.

Poco o nada deja Toledano por anotar en su discurso sobre la literatura: el proceso creativo, el lenguaje, la imaginación frente a la razón, la búsqueda en el arte, el descubrimiento, la frustración, el sueño, lo universal y lo particular, el éxito y el fracaso, la excelencia, el azar, la furia... Se nombran decenas, cientos de autores: para valorarlos, para criticarlos, para denostar o admirar su vigencia o su olvido, para clasificarlos, para entenderlos, en fin, o más bien para entender por qué hicieron lo que hicieron. Josipovici desata su vastísima cultura literaria y pone a prueba la paciencia del lector, pues enlaza reflexiones, nudos y arriesgadas tesis como una fuente que nunca deja de manar, interminable, siempre con el mismo tono sereno, como el del personaje protagonista, que camina despacio, como ausente, pero sin pausa.

Una lectura posiblemente dirigida a lectores con un amplio bagaje que se hará durísima para quien necesite un hilo argumental o una trama que lo guíe a través de las páginas, pero, sin embargo, absolutamente recomendable para quien sepa moverse en esa otra literatura que hipnotiza y ensimisma, formada a partir de líneas y líneas de necesario subrayado, que demanda silencios, soledad y calma. Un poco en la línea de Ciudad abierta, por cuanto tiene de voz que te acompaña al rumor de unos pasos, pero enfocada hacia los múltiples caminos pasados, presentes y futuros de la literatura. Quien acepte el riesgo, no puede quedar indiferente.

martes, 16 de julio de 2013

William Faulkner: Santuario

Idioma original: inglés
Título original: Sanctuary
Año de publicación: 1931
Traducción: Lino Novás Calvo
Calificación: imprescindible

Seamos sinceros: cuando uno se enfrenta a un libro tras el cual se encuentra una leyenda como la que rodea a Santuario lo hace con algunas actitudes muy definidas. Uno: la de poner en duda constantemente esa leyenda y abrazar el noesparatantismo. Dos: el total positivismo y el constante hallazgo de la genialidad, que creemos oculta hasta en la más nimia de las pausas.
Lo que sucede, cuando hablamos de obras maestras de la narrativa, de las de verdad, es que el libro arrasa con cualquiera de esas dos opciones y se apodera del lector, de su voluntad, de su escepticismo, de sus dudas, de sus prejuicios positivos o negativos, y lo neutraliza todo de golpe.

Pues sí: este es el caso de Santuario. Nada sencillo llegar a ese estado, lo aviso. Más de uno perderá la paciencia ante la errática narración inicial, con elipsis que son cráteres y silencios que son largas noches a la intemperie. Adivinamos una casa al final de un camino, vemos gente entrar y salir, errar por ella. Vemos hombres y mujeres,a Popeye, a Temple Drake,  senderos en medio de la nada; y mucha oscuridad, física y psicológica. El prostíbulo de Memphis. Un coche volcado junto a un árbol, alcohol, una joven de buena familia, gentuza de la que justifica el término. Vaya si Faulkner (que dicen, renegaba de esta novela pues la había escrito por dinero) se esmera en esbozarlo todo a base de brochazos de prosa densa y de escasa concesión hacia el lector.  
Y no solo es que haya que estar atento: es que Faulkner ha dispersado cualquier cosa parecida a una estructura lineal en varias millas a la redonda. Sobre todo al principio más de uno puede sentirse huérfano ante la sucesión de situaciones aparentemente inconexas y poco coherentes. Pero es que lentamente sale el sol: un sol resplandeciente que empieza a otorgarle sentido a tanto preliminar. Los arañazos pasan a ser heridas y el dolor deja de ser una punzada para ser la duradera sensación de un golpe bien propinado. O varios: hígado, riñones, sí, las partes nobles. Faulkner enfila la segunda mitad del libro con mucha mayor claridad, no diáfana, no, pero sí progresiva, con la convicción solo posible en los grandes de verdad. Esta historia es dura, cruel, con muy poco resquicio para sonrisa o confort de ningún tipo. Nada de corriente empática subterránea con los personajes más deleznables, como Capote. Ni un segundo de descanso. El mundo, sobre todo el de Faulkner, es un lugar con algunos rincones muy poco aconsejables y Santuario es la crónica de un garbeo por unos cuantos de ellos. 

Otras obras de William Faulkner en ULAD: Aquí

lunes, 15 de julio de 2013

Roberto Bolaño: 2666

Idioma original: español
Año de publicación: 2004
Valoración: imprescindible

Hoy se cumplen 10 años de la muerte del autor de esta novela. Una década en la que el mito no ha hecho más que crecer, aunque, salvo gran sorpresa, no haya más obras que puedan salir a la luz. Sus archivos inacabados fueron exhaustivamente estudiados y su obra puede darse por completa.
Me dijeron, cuando empecé en ULAD: reseñas de cuatro o cinco párrafos. Ja. A ver quien lidia con un libro como 2666 en ese espacio. Cuando son más de 1100 páginas pero en realidad son cinco novelas con una relación común que les permite (ese era el plan, trastocado por la repentina muerte de Bolaño) tener cada una su entidad como obras separadas. Cualquiera les dice a los de ULAD que lo idóneo sería hacer cinco reseñas. Estás loco con Bolaño, Francesc.
Aun así, lo intentaré.
Este es el libro conscientemente inacabado de Bolaño, o casi. No esos que han salido de la puesta en orden de sus notas o el escarbado a fondo en el disco duro de su PC y en las carpetas de su escritorio. Bolaño era conocedor de ello, cuando esperaba el trasplante de hígado que no llegó, y se percibe en su escritura, que es intensa. Este es su libro más parecido a lo que sería un testamento o un legado y muchas de sus páginas lo dejan entrever. 
También es verdad que, para quien lee el libro conociendo la historia y el mito erigido, los hechos pesan. Fallecido en circunstancias normales para el desarrollo de su enfermedad, pero al que la leyenda aderezó de manera sensacionalista (atribuyendo al autor un abanico de hábitos tóxicos, cuando lo único comprobado es que se fotografiaba siempre con un sempiterno cigarrillo colgando de los labios), de manera que, tendamos al morbo como lectores o no, queramos encontrar tras esas líneas al escritor de pura raza vaciando exhausto su talento, y cayendo extenuado sobre el teclado para no desperdiciar ni una sola línea de texto. No: Bolaño sería algo excéntrico, pero era un tipo normal, de esos que escuchan las conversaciones ajenas en los bares a la búsqueda de inspiración. 
Lo cierto es que Bolaño simplemente no podía dejar ni de escribir ni de leer porque esas eran sus pasiones desde joven. 2666 es solamente la unión (con sus problemas de ajuste) de cinco novelas en una obra más ambiciosa, y ello no debe hacernos pensar que es inabarcable, ni que él pensara en cambiar el rumbo de la historia con ella. Hecha esa salvedad, vistas sus cinco partes como entes individuales, es justo lo que nos encontramos. Cinco obras relacionadas por nexos comunes.
Claro que hay irregularidad, y claro que hay algunos pasajes discutibles. Pero tantas páginas del Bolaño más maduro y más bregado (porque su obra anterior no carece de altibajos) contienen muchos cientos de páginas de espléndida literatura. Que la necesidad de etiquetarla y lo seductor de su temática central - los crímenes de Santa Teresa, que son los crímenes no resueltos de Ciudad Juárez y las maquiladoras - le atribuyan pertenencia al misterio o a lo policíaco, no nos deben hacer incurrir en el error.
2666 es extraordinario porque todo lo bueno de Bolaño está ahí, desde la broma de inventarse carreras literarias hasta el intercalado de historias que a otros escritores les darían para facturar trilogías. Está ahí presente con su inigualable estilo, contemporáneo pero erudito, poético pero desprovisto de excentricidades absurdas. Todo está justificado, desde el tono metaliterario de La parte de los críticos hasta el relato forense de La parte de los crímenes. Es un escritor chileno escribiendo una novela mexicana y una novela norteamericana, pero a la vez está bien incrustado el clasicismo de la narrativa europea. Es una persecución, la de Archimboldi a la vez que una huida, la de Amalfitano.
Puede que dé igual 4, 5 o 100 párrafos. Pretender describir la grandeza de este libro sería, en cualquier caso, inútil. Es un libro que hay que leer hasta acabar con él: cerrarlo, acariciar el lomo, y darse cuenta de lo difícil que será, después, encontrar algo de su nivel. Esa es la conclusión exacta, hoy o hace diez años: quién narices iguala eso.

domingo, 14 de julio de 2013

Jonathan Swift: Los viajes de Gulliver

Idioma original: inglés
Título original: Gulliver's Travels (Travels into Several Remote Nations of the World. In Four Parts. By Lemuel Gulliver, First a Surgeon, and then a Captain of Several Ships)
Año de publicación: 1726
Valoración: interesante

Hace ya años que vengo diciendo que tenía ganas de leerme esta obra, para ver qué había realmente en un texto que ha pasado al imaginario colectivo como un relato fantástico adaptado, la mayoría de las veces, a un público infantil. Efectivamente, uno piensa en Gulliver y le viene a la cabeza la imagen de un hombre atado al suelo por cuerdas y rodeado de hombrecitos minúsculos (los famosos lilliputienses). Y desde luego, esa imagen está en la novela, pero hay mucho, mucho más. Y desde luego no es una novela para niños, ni mucho menos.

Los viajes de Gulliver es, sobre todo, un ejercicio de imaginación e ironía puesto al servicio del pensamiento filosófico y político (como sucedía, con otros parámetros, en su Una modesta proposición). Para hablar sobre los hombres (los ingleses sobre todo) y sobre los modos en los que los hombres se organizan socialmente, Swift inventa un protagonista al que el azar lleva a conocer sucesivamente cuatro civilizaciones diversas, y a cuál más extraña: los dimininutos liliputienses, los gigantes brobdingnagianos, los habitantes de la ciudad volante de Laputa (sic) y los sabios Houyhnhnms, unos caballos con un elevado sentido de la verdad, la razón y la justicia.

En realidad Los viajes de Gulliver es en muchos aspectos una sátira política, como dice la crítica. En este sentido, el golpe de gracia llega en la última parte del libro, cuando Swift comienza a describir, con mucha mala leche, el sistema político, judicial y social inglés. Después de trescientas páginas en que presenta civilizaciones ridículas que nos hacen sonreír con superioridad, el narrador empieza a describir su país natal... y no es menos ridículo ni absurdo que los demás. Aquí, algunos ejemplos, hablando de las razones "justificadas" para iniciar una guerra:
Difference in opinions has cost many millions of lives: for instance, whether flesh be bread, or bread be flesh; whether the juice of a certain berry be blood or wine; [...] It is a very justifiable cause of a war, to invade a country after the people have been wasted by famine, destroyed by pestilence, or embroiled by factions among themselves. [...] If a prince sends forces into a nation, where the people are poor and ignorant, he may lawfully put half of them to death, and make slaves of the rest, in order to civilize and reduce them from their barbarous way of living.


Y así.

Pero al margen de este deseo de mostrar lo absurdo de muchas de nuestras costumbres y sistemas supuestamente civilizados, el medio empleado para hacerlo es una novela fantástica llena de imaginación y humor, por momentos bastante irreverente y alocada (por poner un ejemplo: Gulliver termina siendo expulsado de Lilliput por apagar un incendio en el palacio Real meando encima de él). Algunas de sus invenciones, como la ciudad flotante de Laputa o la civilización caballuna de los Houyhnhnms, son ciertamente llamativas, y cada pocas páginas se encuentran ideas o pasajes que merecen la pena (aunque otras páginas o pasajes, también hay que reconocerlo, dan ganas de saltárselos olímpicamente).

Tampoco hay que olvidar lo que Gulliver tiene de quijotesco: del mismo modo que Cervantes en el Quijote parodiaba los libros de caballería (aunque el resultado vaya mucho más allá de eso, naturalmente), ridiculiza los libros de viajes "verídicos" en los que los autores intentan pasar por ciertas todo tipo de aventuras y criaturas extraordinarias -de hecho, cuando se publicó sin nombre de autor muchos tomaron a Gulliver por una persona real-; como don Quijote, Gulliver (¿algo que ver quizás con el adjetivo gullible, "crédulo"?) sale una y otra vez a la aventura -así se llama, de hecho, uno de los barcos en los que se enrola- y una y otra vez vuelve a Londres derrotado y cada vez más misántropo.

Solo una nota final (porque esta reseña ya me está quedando bastante larga) para decir que Los viajes de Gulliver es una de esas obras que han creado palabras nuevas para la lengua inglesa y universal: por supuesto, liliputian (liliputiense), pero también brogdingnagian (referido a algo muy grande, gigantesco) o yahoo, un término que no solo sirve para nombrar un conocido portal de internet, sino que designa, en inglés, a personas brutas o maleducadas.

También de Jonathan Swift en ULAD: Una modesta proposición

sábado, 13 de julio de 2013

Stephen King: El ciclo del hombre lobo

Idioma original: inglés
Título original: Cycle of the Werewolf
Año de publicación: 1984
Valoración: Decepcionante

Este es un libro que nunca habría leído, probablemente, si no llega a ser por dos cosas: el nombre del autor, y el precio que tiene en versión eBook (7€, si no recuerdo mal). Pero la verdad es que, después de leído, ni siquiera vale ese precio reducido... El ciclo del hombre lobo no es una novela "normal" de Stephen King, aunque sí tiene sus inevitables sustos, su inconfundible ambiente rural yanqui, sus casos de malos tratos y su policía bueno pero tonto. Pero el tono de la novela, a pesar de todo, es sorpendentemente juvenil e incluso naif. Con decir que incluso aparecen entre exclamaciones frases como "¡Era el hombre lobo!"...

Porque, sí, en eso el título no engaña: esta novela cuenta, mes a mes, las doce transformaciones de un hombre lobo en las fases de luna llena (el propio Stephen King reconoce que las cuentas no cuadran, porque el mes lunar no es el mismo que el mes del calendario) en un pequeño pueblo de Maine, cómo no. Los primeros capítulos del libro tienen una cierta independencia, y se pueden leer casi como cuentos independientes, mientras que los últimos responden más a una estructura novelística, con el desarrollo y conclusión de la trama.

A lo mejor para entender que este libro tenga esta forma, y sea tan diferente en el tono a la mayoría de los de su autor, hay que saber que originalmente este texto iba a publicarse en forma de calendario ilustrado: cada mes incluiría una ilustración de Bernie Wrightson y un texto breve de Stephen King; pero King se cansó de este formato tan reducido y tan limitador, y el proyecto se transformó en una novelita ilustrada, que es lo que ahora tenemos entre manos.

En fin, para alguien que ha leído un buen puñado de novelas de Stephen King, y que ha pasado auténtico miedo, por ejemplo leyendo El misterio de Salem's Lot a las tres de la madrugada, resulta bastante decepcionante encontrarse con una novela que no solo no asusta, sino que tampoco añade prácticamente nada nuevo a la figura del hombre lobo. Y no hay duda de que las ilustraciones de Bernie Wrightson son buenas, pero eso, para mí, no compensa la falta de interés del texto.

Mi consejo, incluso para fans de Stephen King y de la novela de terror: no compréis este libro.


Todas las reseñas sobre Stephen King en ULAD: Aquí

viernes, 12 de julio de 2013

Jeanette Winterson: La mujer de púrpura

Idioma original: inglés
Título original: The Daylight Gate
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable

Esta es una de esas novelas que no sé muy bien cómo clasificar, porque me ha dejado algo descolocado. Lo cual, en sí mismo, puede que sea bueno... Lo que quiero decir es que es una de esas (raras) novelas que juega con los límites de la "literatura de género" (en este caso, la novela fantástica y la novela histórica) y los utiliza para hablar de temas actuales como el fanatismo religioso, la (homo)sexualidad o el papel de la mujer en una sociedad patriarcal -temas que, según he leído después, son una constante en la obra de la autora-.

La novela parte de un hecho histórico en el que basar su fabulación: un juicio contra trece brujas (las conocidas como "brujas de Pendle") que tuvo lugar en el condado de Lancaster, en Inglaterra, en 1612. De entre el conjunto de brujas se destaca una, Alice Nutter (también un personaje histórico), comparativamente más rica que el resto y contra la cual las acusaciones eran especialmente débiles, pese a lo cual fue ajusticiada con las demás.

Ese es el misterio principal sobre el que gira la novela: por qué una mujer rica, inteligente, fuerte e independiente terminó en el cadalso junto con un puñado de desarrapadas. Y la respuesta de Jeanette Winterson parece ser, al menos en parte: "pues precisamente por ser una mujer rica, inteligente, fuerte e independiente". El problema con esta tesis, como otros lectores ya han dicho, es que a medida que leemos el texto descubrimos (spoiler alert) que efectivamente Alice Nutter es bruja. ¿No justifica eso, de alguna forma, la persecución de sus enemigos? ¿No habría sido más efectivo, ideológicamente hablando, mostrar que Alice Nutter era, en realidad, inocente? (Como lo eran, en efecto, las decenas de miles de mujeres que fueron ahogadas, quemadas o torturadas durante la "caza de brujas").

Sea cual sea la intención ideológica de la obra (aunque la denuncia del patriarcado heterosexista es bastante evidente), desde un punto de vista textual o genérico el resultado es una obra híbrida y compleja: novela histórica por una parte, con la reconstrucción de la época de Jacobo I y sus obsesiones religiosas, y con la introducción de personajes históricos como Shakespeare o el mago John Dee; por otra, novela fantástica con elementos sobrenaturales; y por otra, novela sentimental con una (o mejor, dos) historias amorosas que involucran a la protagonista.

La sensación que me ha producido todo este conjunto, como decía al principio, ha sido confusa: está claro, por una parte, que esta novela sobrepasa los subgéneros mencionados en el párrafo anterior (por su voluntad de estilo, su mezcla sorprendente de temas y estilos, sus juegos históricos), pero también, a veces, parece que esa pertenencia a subgéneros lastran un tanto el resultado: no hay desarrollo de personajes (salvo quizás la protagonista), lo sobrenatural parece tratado de una forma casi ingenua y la aparición de Shakespeare parece bastante gratuita.

Sea como sea, precisamente la libertad y capacidad provocadora con la que Jeanette Winterson trata los materiales me dan ganas de seguir leyendo cosas suyas. Creo que lo siguiente a lo que intentaré echarle el guante será El planeta azul, una (también peculiar) novela post-apocalíptica...