martes, 7 de enero de 2014

Harold Bloom: La religión en los Estados Unidos. El surgimiento de la nación poscristiana

Idioma original: inglés
Título original: The American Religion. The Emergence of the Post-Christian Nation
Fecha de publicación: 1992
Valoración: muy recomendable

Harold Bloom es conocido sobre todo por haber llegado a convertirse en una especie de dios de la crítica literaria contemporánea. Quizá sorprenda a algunos saber que la religión es otro de sus grandes temas, y que le ha dedicado ya varios ensayos. Cierto es que lo hace desde un punto de vista eminentemente literario que los historiadores o antropólogos de la religión, por no decir los teólogos, juzgarán -con justicia- estetizante. Para mí esto es una virtud, porque aporta una frescura y una osadía que pocos "especialistas" logran. En este caso, el tema es lo que Bloom llama la "american religion".

Antes de seguir, un inciso sobre la traducción. Yo he leído la edición publicada por el Fondo de Cultura Económica en México en 1994, traducida por María Teresa Macías. Por supuesto, es difícil juzgar la valía de una traducción sin cotejarla con el original, cosa que no he hecho, pero lo cierto es que me he encontrado con multitud de dificultades al leer el ensayo. En muchos pasajes el lector se topa con frases en las que tropieza y que debe volver a leer. Me resulta difícil creer que el original esté escrito con tanta torpeza. Lo anterior es sólo una sospecha, pero, de todas maneras, la peor elección de la traductora está en el mismo título. Se resiste a traducir "american religion" por "religión americana": en el texto elige de continuo la feísima fórmula "religión estadunidense" y en el título opta por "la religión en los Estados Unidos", que, aparte de ser un circunloquio, no da idea cabal de lo que quiere decir Bloom. No le interesa la religión que se practica en cierto país, sino la religión que brota del más específico núcleo espiritual de los Estados Unidos. Puedo entender que a un lector mexicano le escueza esa manía yanqui de apropiarse del adjetivo americano, pero, sinceramente, con una nota al pie de la traductora en las primeras páginas hubiera bastado. Compruebo que hay otra traducción más reciente en Taurus con el título La religión americana; quizá el cuerpo del texto también mejore, no lo sé...

Pero a lo que íbamos. Tengo la impresión de que la tesis de Bloom no resistiría las objeciones de estudiosos de la religión de otras disciplinas, pero resulta muy atractiva por lo sencilla y audaz: bajo todas las distintas sectas y denominaciones evangélicas que prosperan en los Estados Unidos se esconde en realidad una única religión americana que no es propiamente cristiana, sino gnóstica. Por supuesto, todos esos credos (la Convención de Baptistas del Sur, mormones, pentecostales, adventistas...) se perciben mutuamente como muy distintos entre sí, y lo son en muchos sentidos. Sin embargo, hay un par de elementos que Bloom identifica en el estrato más profundo e implícito de sus convicciones y que todos comparten: un sentido de la libertad como soledad del individuo frente a todo y todos, y la certeza de que lo mejor en cada individuo es ya divino y anterior a la Creación. Son estos dos elementos comunes los que, según Bloom, alejan a la religión americana del cristianismo y la hacen deudora de los movimientos gnósticos de los primeros siglos de nuestra era.

A partir de esta tesis, Bloom va mostrando cómo tales principios se encarnan en las principales corrientes de la religión americana. En esta revisión ejerce la crítica de la religión, pero entendida no en un sentido teológico o moral, sino análogo al de la crítica literaria: se trata de aislar la peculiar versión de "lo espiritual" en cada credo y valorar con qué riqueza se desarolla en sus ritos y creencias. Bajo esos criterios de evaluación, la Iglesia de los Santos de los Últimos Días gana por goleada. Es fascinante ver cómo Bloom va desplegando ante los ojos del lector los frutos de la fecunda imaginación de Joseph Smith, el profeta mormón, y de sus sucesores. Uno acaba compartiendo el entusiasmo estético del autor ante tal capacidad creadora de mitos y rituales. A juicio de Bloom, es cuestión de décadas que los mormones instauren su fe como la Iglesia nacional de los Estados Unidos y dejen de fingir que son sólo una denominación cristiana más. Da un pequeño escalofrío pensar que esta profecía se escribió 20 años antes de que un mormón estuviese a punto de convertirse en presidente de los Estados Unidos...

También de Harold Bloom: GeniosEl canon occidental

4 comentarios:

Cova dijo...

Hola,

En traducción se considera un error normalmente traducir "american" por "americano", cuando se refiere a algo que tiene que ver con los Estados Unidos. De hecho, creo que en los diccionarios de dudas, en los manuales de estilo, etc. aparece que lo correcto es estadounidense, por lo que supongo que la traductora ha hecho lo que la mayoría de los traductores harían, sean de donde sean. Como no he leído el libro, ni el original, ni la traducción, no puedo darte mi opinión concreta, claro.

Un saludo,

Jaime dijo...

Hola Cova,
gracias por tu comentario! Pues sí, estoy seguro de que es como dices, y además tiene toda la lógica traducir "american" por "estadounidense" en la mayor parte de los casos. Pero creo que justo en este libro estaría más que justificada la traducción literal. Sobre todo porque Bloom se mueve en un terreno totalmente definido por las convicciones que los estadounidenses tienen acerca de sí mismos o, más exactamente, de su espíritu religioso. Cuando se trata de la autocomprensión, me parece que lo mejor sería usar el término más afín al original. Creo que hay cierta carga enfática en el "american" que se pierde inevitablemente al traducirlo por "estadounidense". Esa pérdida es irrelevante si hablamos de, no sé, las carreteras de los EE.UU., pero si hablamos de la fe que surge de lo más profundo de su "esencia nacional" (por ponernos estupendos), pues sí es relevante.
Pero en fin, entiendo que es una cuestión discutible, desde luego.

Un saludo,

Juan dijo...

Hola. Yo no estoy de acuerdo con esa puntillosidad a la hora de traducir "·american" por "estadounidense", aunque la entiendo cuando el que traduce es originario de cualquier otro país de América. Sin embargo, no hay que olvidar que la traducción del nombre completo de los USA es "Estados Unidos de América", de la misma forma que existen los Estados Unidos Mexicanos o la República Federativa de Brasil, y nadie se refiere a ellos como "estadounidenses" o "republicanos", ¿no?

Jaime dijo...

Pues mira, es verdad, no había caído. Gracias por el comentario, Juan.