miércoles, 11 de noviembre de 2015

Colaboración: Me alegraría de otra muerte de Chinua Achebe

Idioma original: inglés
Título original: No longer at ease
Año de publicación: 1960
Valoración: Recomendable

Resulta raro encontrarse en lugares destacados de las librerías con novelas de autores africanos como Achebe, pero la publicación en edición de bolsillo de la obra del fallecido escritor nigeriano hace que estos días sea relativamente fácil toparse con sus libros. Si eso sucede, no dejen pasar la oportunidad de adquirir alguno porque se perderían una lectura deliciosa. Y no es que el libro que nos ocupa sea una novedad, está escrito en 1960, pero muy pocas veces tenemos la oportunidad de sumergirnos en la realidad del continente africano desde la perspectiva de los africanos y no desde la de los colonizadores europeos.

Nos reencontramos en esta novela con la familia Okwonko, la protagonista de Todo se desmorona. Obi Okwonko ha sido becado por los miembros de su comunidad para cursar una carrera universitaria en Inglaterra y regresa después de finalizar sus estudios a Nigeria, preparado para ocupar un puesto en la administración de su país. Efectivamente, Obi obtiene un puesto “europeo”, funcionario del servicio de becas del gobierno nigeriano, que le aporta un gran prestigio entre sus semejantes, pero también le puede hacer caer en las prácticas corruptas presentes en la administración del país, prácticas de las que intenta desesperadamente huir. Su nuevo estatus social le creará una tensión extrema a nuestro protagonista, atrapado entre el mundo de bienestar y fácil acceso a modernos objetos de consumo de los blancos: casa, coche, restaurantes o salas de fiesta, y el respeto a las tradiciones locales de su clan familiar, clan del que consciente o inconscientemente se va alejando irremediablemente.

Vuelve Achebe en este libro a diseccionar las difíciles relaciones entre los colonizadores blancos y los nativos africanos, aunque en esta novela la comunidad africana, en concreto los “igbo” de Nigeria, se muestra más “europeizada” y las relaciones con los blancos son más igualitarias – estamos a las puertas de la independencia del país- . Los nativos de Umuofia han abandonado muchos de sus ritos ancestrales y, aunque mantienen sus lazos familiares y tribales, adoptan costumbres europeas, como la de becar a uno de los miembros de su comunidad, conscientes de que ese sacrificio le abrirá paso en la vida y repercutirá en el bienestar futuro de su pueblo.

En esta ocasión no está presente la tensión racial o la violencia física que nos muestra Achebe en otros libros. Aquí el escritor nigeriano se centra en analizar los modos de vida europeos y sus peores vicios, entre ellos la corrupción, como factores que contaminan a la comunidad africana que, lentamente, se va despojando de sus tradiciones y formas de vida y adquiriendo las de los europeos. Precisamente en este sentido se puede achacar al escritor nigeriano que caiga en un excesivo maniqueísmo, presentándonos las tradiciones de los nativos de Umuofia como algo puro y consustancial a la naturaleza de los hombres, mientras Obi se va deslizando por una espiral consumista, propia del hombre blanco, que le hará vivir sumergido en un permanente conflicto ético.

Quizás Me alegraría de otra muerte no esté a la altura de Todo se desmorona, lectura indispensable reseñada ya por aquí, pero los libros de Achebe constituyen una lectura edificante, y como otros libros del autor nos ofrece una instantánea desapasionada de un momento concreto de la historia de África, en este caso de Nigeria. Sólo por eso, y por disfrutar de los refranes y proverbios de la comunidad igbo que salpican el libro, ya merece la pena asomarse a sus páginas.

Otras obras de Chinua Achebe en ULAD: Todo se desmoronaUn hombre del pueblo

Firmado: José Miguel Martínez Camino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es interesante eso que dices sobre cómo toma partido por la tribu contra las malas costumbres del hombre occidental, porque en Todo se desmorona, no ocurría eso ni por asomo. Criticaba con dureza a los colonos, pero eso quedaba como un juego de niños al lado de cómo retrataba a aquellos africanos, con algunas costumbres verdaderamente animales.