domingo, 18 de junio de 2017

Adam Haslett: Imagina que no estoy

Idioma original: inglés
Título original: Imagine me gone
Año de publicación: 2016
Valoración: muy recomendable

Autor poco prolífico con únicamente tres obras en su haber, Adam Haslett alcanzó rápidamente el estrellato cuando su primera obra, consistente en una recopilación de cuentos, fue finalista al National Book Award y al Premio Pulitzer. No son pocos logros, como carta de presentación.

El libro objeto de esta reseña, último publicado de este autor hasta la fecha, se centra en el retrato de una familia bastante disfuncional. Estructurada en tres momentos diferentes (separados por tres grandes capítulos) y narrada por los distintos miembros de la familia, el autor nos teje una obra coral en torno a la familia y a la compleja relación entre sus distintos miembros.

El autor es realmente hábil en la forma de contar la historia. Narrada en primera persona por los distintos personajes que forman parte de la familia, en ningún momento uno pierde el foco sobre la historia. Así, nos retrata perfectamente cada uno de ellos, llenándolos de los suficientes matices para que los comprendamos, sin dejar ninguno de lado y logrando que empaticemos con todos ellos. El autor nos va introduciendo diestramente a los personajes, oyéndolos con sus propias voces, a través de sus propias reflexiones internas, lo que nos facilita que empaticemos con ellos y los comprendamos. A la vez, sabe mantener el interés, rodeando la historia, ya desde el inicio, de un aura de misterio que nos mantiene atrapados desde justo el principio de la historia, en un viaje realizado por la familia, donde ya percibimos que algo se cuece bajo la superficie, creando un clima de tensión que sirve para marcar las líneas maestras que dan indicios sobre la personalidad de cada miembro.

A partir de ahí, sembradas ya las primeras semillas de lo que puede venir, el autor da un salto temporal y nos sitúa de pleno en la historia, detallando la compleja personalidad de sus personajes. Así, nos encontramos con John, padre fracasado, al que todo parece irle mal y se regodea en su propia miseria, demorando enfrentarse a su bajo estado de ánimo; Margaret, su mujer, tratando por todos los medios de sostener una familia, a pesar de que parece que es la única a la que le importa. Y los hijos: un Michael sabelotodo y avanzado a su edad, que nos divierte con sus análisis y conclusiones y con exceso de verborrea incontrolable, compulsivos enamoramientos y con claras tendencias hacia la obsesión (obsesión compartida a partes iguales entre la música y sus tormentosas relaciones amorosas), lo que le lleva a una adicción a los ansiolíticos; Celia, con su profesión de terapeuta y su afición por el atletismo, que comparte su vida al lado de un atractivo escritor de teatro en horas bajas, en un matrimonio ya en declive; y finalmente Alec, el pequeño de la familia, que utiliza esta condición para salirse con la suya desde pequeño («entendió las reglas desde el punto de vista de quién podía romperlas») y al que le gusta buscar relaciones esporádicas con chicos a los que apenas conoce.

El ritmo de la narración es alto, casi contagiándonos de la verborrea de Michael, que es quien conforma el eje central de la historia. La debilidad de su carácter, la necesidad que tiene de atención y la inestabilidad psicológica heredada del padre, son los puntos comunes de la historia narrada y el núcleo central desde donde, de forma casi magnética, centra y atrae al resto de elementos de la familia.

Hasta ahora he hablado de los personajes, pero no de lo que ocurre. Porque la historia y lo que sucede es lo que mantiene al lector atrapado, el querer saber a donde lleva, el querer descubrir qué hay detrás de todo, el querer averiguar cómo afrontan los personajes la historia que el autor, hábilmente, va desengranando.

En un estilo que nos recuerda al Franzen de «Las correcciones» pero también a Foster Wallace por su rapidez (y cierta dispersión) narrativa, el retrato que nos hace Haslett de la familia media americana es hilarante a ratos, a la vez que enternecedor. Pero esto es si hablamos únicamente de la superficie porque, bajo ese manto de sarcasmo y ciertos episodios que rozan la parodia, habita una historia conmovedora, triste en algunos momentos; si conseguimos rascar la superficie, vemos que más allá de una aparente comicidad nos cuenta una historia de tristeza, de limitaciones, de inseguridades, pero también de unión familiar, de superación, de estima y de sacrificios.

La novela y el poso que nos deja Adam Haslett en esta novela son de los que calan hondo, de los que hacen que nos acordemos días después de acabar el libro. De los que logran que nos enternezcamos con cada uno de los personajes y les cojamos cariño. De los que consiguen que, echando la vista atrás, no olvidemos especialmente esas cien últimas páginas que se leen de un tirón, donde todo encaja y donde todo queda asentado. Es ahí, especialmente, donde el autor nos ofrece el máximo de su calidad, donde queda evidente la valía literaria de su autor y lo que pretendía con esta obra: un canto a la familia, un canto al sacrificio, un canto al esfuerzo y una defensa de la tolerancia a los defectos de cada uno; un aura de ternura que envuelve la familia, formada por pequeñas pinceladas de imperfecciones; un canto a la soledad compartida, a la proximidad emocional en la distancia y a la comprensión de las diferencias. Una obra que nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad, la dedicación a los demás y dar aquello que necesitan de nosotros, aunque sea a costa de dejar de lado nuestra propia vida.

También de Adam Haslett en ULADUnion Atlantic, Aquí no eres un extraño

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Entorno no es en torno

Marc Peig dijo...

Corregido. Disculpas por el error y gracias por el aviso.
Saludos
Marc

Anónimo dijo...

Tiene muy buena pinta, me lo apunto. Por cierto, creo que debería ser "aura" en lugar de "áurea"; se utiliza un par de veces. Muchas gracias por la reseña.

Marc Peig dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marc Peig dijo...

Hola "Anónimo", gracias tus comentarios y por al apunte. Tienes razón en que se trata de un error; en cuanto pueda lo corrijo.
Respecto al libro, efectivamente está muy bien y me causó una gran impresión. De hecho, repetiré con este autor, más pronto que tarde ;-)
Saludos
Marc

Richard Ford dijo...

Qué me han entrado ganitas, tío!

Marc Peig dijo...

Hola Richard Ford. Me alegro haber contagiado las ganas de leer el libro, la verdad es que me gustó mucho y lo leí casi de un tirón. ¡Ya nos contarás qué te parece!
Saludos, y gracias por los comentarios.
Marc

Anónimo dijo...

Me lo ha regalado mi hermana por navidad... Estuve hospitalizada por depresión el año pasado, no lo he empezado, no sé qué tan buena idea sea.

Marc Peig dijo...

Hola, Anónima. Siento lo de tu hospitalización y espero que estés mucho mejor. Acerca del libro, no sé hasta qué punto puede ser una buena lectura para tí, aunque probablemente sí tu hermana te lo ha regalado es porque, conociéndote, piensa que puede gustarte. Por mi parte solo puedo decirte que, aunque es un muy buen libro, no es alegre. A mí me gustó mucho, pero a cada uno los libros les impactan de diferente manera, en función de su manera de ser y circunstancias,
Si finalmente te decides a leerlo, esperamos conocer tu opinión.
Saludos
Marc