domingo, 8 de abril de 2018

Viv Albertine: Ropa Música Chicos


Idioma original: inglés
Título original: Clothes Music Boys
Año de publicación: 2014
Traducción: Cecilia Ceriani
Valoración: muy recomendable

Parece mentira que la elegante señora madura que nos sonríe desde la foto de la contratapa explique con todo lujo de detalles lo que llega a explicar Viv Albertine en esta autobiografía que (motivo por el que no voy a llamarla escritora en el sentido estricto), supongo será su única obra. Pero algunos deberían tomar nota: amena, bien escrita, con una sensación refrescante y absoluta de autenticidad y de falta de tapujos, sin miedo a desvelar cuestiones escabrosas, a prueba de cursilería, asombrosamente natural. Muchos escritores de oficio deben sentirse frustrados. Hasta otras figuras coetáneas (curioso, las dos figuran en algunas de las páginas de este libro) como John Lydon o Chrissie Hynde van a tener que rendirse a la evidencia; esta es la mejor obra escrita en primera persona como testimonio de la era punk. No creo que la cosa admita discusión para quien haya leído los tres libros: Albertine, aún siendo de las tres figuras la menos célebre (su grupo, la banda punk femenina The Slits solo publicó un par de discos sin demasiada repercusión comercial), se muestra mucho más pulida en lo estilistico que Lydon y desde luego deja a Hynde como si fuera una recatada novicia.

Pero no es el morbo de leer a Albertine hablando de todas las celebridades con las que se ha relacionado lo que hace de esta una lectura estimulante y seductora. Se trata de la enorme naturalidad con la que Albertine se maneja en todo momento, y son 500 páginas y a cada página que avanza su comodidad es mayor y, manteniendo la distancia con el concepto, su prosa nos da a conocer a una mujer con un enorme poder de seducción que al lector no le pasa desapercibida. Hasta cierto aire de glamour se desprende de aquí. No un glamour estilo años 20, digo, más bien esa especie de atractivo irresistible de quien ha convivido (en escenarios, en fiestas, en grabaciones, síííííííííí´, ¡en camas!) con Mick Jones o Sid Vicious o Johnny Rotten o Johnny Thunders), pero que no se ha limitado al rol que algunos de estos le hubieran otorgado de primeras. Viv fue guitarrista de las Slits. Como buen grupo punk, guitarrista de técnica precaria y aprendida casi sobre la marcha y de forma autodidacta. Pero guitarrista porque amaba la música y cómo el punk puso al alcance de la gente el expresarse a través de ella. Y aprovechó ese entorno propicio, ese prevalecimiento del talento y la voluntad sobre el academicismo y la pretensión para colarse en ese mundo y ser parte de él. La primera parte del libro describe ese proceso y lo hace de forma desinhibida (que no es lo mismo que procaz, simplemente es un registro diferente) y ello produce el efecto colateral de alejar morbo y truculencia y explicar las cosas tal como son: desde pillar ladillas hasta la experiencia de entrar en un estudio de grabación o subirse a un escenario sin tener nociones de solfeo las explica Albertine de forma tan fluida y cercana que el lector se siente, nada más leer un párrafo, como si fuera a llamar a la escritora por teléfono para comentarle cualquier detalle.

Y la segunda parte (Cara B) nos presenta a una artista consciente de que su mejor momento ha pasado ya, que la explosión de la fama y los destellos de la celebridad no la han cegado y se dedica a buscar cauces para su existencia madura. Continuamos en el mismo registro. Los hombres ("Chicos") que pasan por su vida y con los que tiene convivencias desiguales. Su pelea por tener una hija. Su enfermedad y cómo la superó. Ni por un momento mostrándose emocional de forma mercantilista, simplemente desgranando experiencias que carecen (para bien) de trasfondo moral o de mensaje subliminal. Dignidad, la de una chica o señora o señorita que no juega al esperpento de hacerse la rockera por los siglos de los siglos. Que ni por un momento aparece pose alguna a base de arrastrarse hasta los sesenta con la misma chaqueta cruzada de cuero. Para nada. Esto es, repito, autenticidad a raudales, experiencia propia con las elipsis en sus lugares justos para evitar apelar a lo escabroso (lo escabroso vende, pero a Albertine me da que le interesa más escribir que vender), y una autobiografía que dudo que tenga continuidad porque Albertine ya ha hecho bastante aquí. 

4 comentarios:

Oriol dijo...

Hola, Francesc. Magnífica reseña.
No sé si llegaré a leer el libro, pero de tu reseña saco un dato muy apetecible: que la autobiografía desprenda naturalidad. Parece mentira la de voces impostadas que hay en este tipo de textos.
Un abrazo.

Lupita dijo...

Hola, Francesc
Me ha gustado mucho la reseña, y tu forma de exponer las virtudes de la obra y porqué te gusta, pero se trata de un tipo de libro que si no conoces am personaje, dudo de su interés.
No tenía ni idea de quién era esta mujer, y el título me ha hecho presuponer que era un libro del estilo de "Como se hace una chica", de Caitlin Moran. Por cierto, es un título horrible. ¿A qué viene? Es que parece contener todos los estereotipos en tres palabras: la ropa que te define por tu imagen ( o que te vuelve loca), la musica que oyes o tocas (tribu urbana a la que perteneces) y chicos..
En fin, un tontería esto último, pero es lo que me ha suscitado.
Saludos

Anónimo dijo...

Como buena fan de las Slits, voy a leer este libro seguro. Y de verdad os recomiendo que las escuchéis.
Gracias por tan buena reseña.
¡Viva este blog!

Francesc Bon dijo...

Gracias por los comentarios: Lupita, el título es definitorio del contenido del libro, pero sin matices, sin comas, son los tres centros de gravedad de la vida de Albertine y no es una simplificación. Y Anónimo, oí a las Slits y me gustaron. Me gusta ese sonido tan fresco y amateur porque desvela autenticidad y compromiso con el espíritu del momento.